jueves, 14 de julio de 2016

Al prolongar las sanciones económicas la Unión Europea prefiere continuar en la ruta del enfrentamiento con Rusia

La reacción de Rusia fue categórica rechazando la prolongación de las sanciones como una política miope de Bruselas, e ilegales desde el punto de vista de las leyes internacionales. Para el Kremlin es un absurdo relacionar estas medidas discriminatorias contra Rusia  que no es parte del conflicto domestico de Ucrania con la implementación de los acuerdos de Minsk, sobre todo cuando es obvio que es la falta de voluntad política de Kiev para cumplir con sus compromisos


AL PROLONGAR LAS SANCIONES ECONÓMICAS LA UNIÓN EUROPEA
PREFIERE CONTINUAR EN LA RUTA DEL ENFRENTAMIENTO CON RUSIA



Después de conocerse los resultados del referendo del Brexit del 23 de junio 2016, los críticos del presidente Putin en occidente se apresuraron a declarar, tal como lo había hecho con anterioridad el primer ministro británico David Cameron, que Putin era el más feliz con los resultados del referendo, implicando con ello que la salida de Gran Bretaña de la asociación europea dejaría en su camino una UE débil y dócil con la que Rusia podría lidiar a su conveniencia, específicamente en el caso de la eliminación de las sanciones económicas impuestas a Rusia a raíz de la crisis en Ucrania. Sin embargo, todas esas aseveraciones, hechas más con la intención de continuar con la demonización del presidente Putin y ofuscar las causas de la confrontación con Rusia, quedaron muy pronto en entredicho por la propia actuación de la Unión Europea en el tema de la continuacion de las sanciones contra Rusia.

Efectivamente, el 1º de  julio la Unión Europea anunció oficialmente su decisión de extender las sanciones económicas contra Rusia por un periodo de 6 meses hasta finales de enero 2017. La decisión de la UE, que no fue ninguna sorpresa, se fundamenta en el falso pretexto del incumplimiento de Rusia en la implementación de los acuerdos de Minsk, establecidos con el propósito  de solucionar  el conflicto en la región del Donbas en Ucrania. La reacción de Rusia fue categórica rechazando la prolongación de las sanciones como una política miope de Bruselas, e ilegales desde el punto de vista de las leyes internacionales. Para el Kremlin es un absurdo relacionar estas medidas discriminatorias contra Rusia  que no es parte del conflicto domestico de Ucrania con la implementación de los acuerdos de Minsk, sobre todo cuando es obvio que es la falta de voluntad política de Kiev para cumplir con sus compromisos. En efecto, aducen los rusos, la UE ha convertido las relaciones UE-Rusia en rehén de las irresponsables maniobras políticas de las autoridades de Kiev.

Y aunque Rusia ha señalado que las sanciones han fracasado en lograr resultados políticos tangibles para la UE y solo han servido para golpear las economías europeas, es evidente la frustración que ha causado en Moscú esta última decisión de la UE. Sobre todo si se toma en cuenta el gran esfuerzo diplomático desplegado por Rusia especialmente con aquellos países miembros de la unión que podrían finalmente adoptar una clara posición en favor de levantar las sanciones. Desafortunadamente para la diplomacia rusa su intento fracasó, ya que países como Francia e Italia que a nivel de sus senados habían adoptado resoluciones en favor de levantar el bloqueo, al igual que lo hicieron influyentes líderes europeos en su capacidad individual, llegado el momento de la verdad en Bruselas, ninguno tuvo la valentía de manifestar su oposición a la continuidad de las sanciones, lo que habría implicado el rompimiento del consenso en la UE.

La frustración y el enojo en Moscú es palpable, pues al final y después de un arduo trabajo diplomático, llegando incluso al otorgamiento de un lucrativo contrato por valor de 1,500 millones de dólares a Italia que se pensaba tenía el potencial de romper el consenso en Bruselas, todo quedó en la nada pues la UE escogió continuar con su equivocada lógica de la contención y la confrontación en contra de Rusia. En Moscú se sospecha con mucho enojo que podría ser la canciller de Alemania, Ángela Merkel la que estaría liderando todo el complot en contra de Rusia en la UE. Sus credenciales de atlantista incorregible y furibunda rusofoba en línea con la estrategia anti-Rusia de Washington, le dan credibilidad a la sospecha rusa. Sin embargo, todo el mundo entiende que son los EE.UU quienes se encargan de mantener el consenso en la UE, o sea presionar o amenazar a sus miembros para impedir que alguno de ellos pueda romperlo y hacer tambalear todo el edificio de la estrategia anti-Rusia desarrollada por los EE.UU. El gobierno de Obama entiende que en todo esto cuenta con la entusiasta colaboración de la señora Merkel quien manifiestamente ha expresado su deseo por colaborar con el liderazgo trasatlántico  de los EE.UU.

Es muy importante tener en cuenta que para Obama y lo que resta de su presidencia el seguir manteniendo la tirantez y el tono antagonista en la relaciones entre Rusia y la UE ha sido un éxito de su política anti-Rusia. Esta situación de antagonismo crea el telón de fondo ideal para que la OTAN pueda continuar reforzando el cerco militar en las proximidades de la frontera de Rusia, mientras que al mismo tiempo le permite a Washington sumarse al Kremlin en aquellos asuntos de su vital interés, como la guerra contra el Emirato Islámico en Siria.   

En la Casa Blanca existe la determinación de seguir presionando incesantemente a Rusia para que modifique sus políticas que la administración de Obama cataloga como revanchistas y agresivas. Por su parte Rusia ha dicho que es inútil creer que las medidas que se han tomado en su contra, como el embargo económico, harán cambiar su política exterior. El gobierno de Obama estima que la mejor forma de contener el errático comportamiento de Rusia es a través del endurecimiento del castigo que se está aplicando al oso ruso. Poco o ningún impacto positivo han generado en Washington los deseos demostrados de Rusia de cooperar, ya sea en la solución del conflicto en Siria, como también en Ucrania,  o incluso en el Mar del Sur de China donde Rusia se ha mostrado neutral en la confrontación entre los EE.UU y China. Desafortunadamente par los rusos, nada de esto ha provocado un cambio de actitud en el gobierno de Obama como para aminorar el volumen de la presión que se le está obligando a soportar.

El presidente Vladimir Putin ha denunciado con fuerza la injusticia del trato que se le está aplicando a Rusia, sus recientes declaraciones en Helsinki sobre el cerco militar de la OTAN y la amenaza que representa para su país el despliegue de sistemas de defensa de misiles en países como Rumania y Polonia con el fin de neutralizar las capacidades nucleares de Rusia, indican la preocupación y frustración del líder ruso con los que él llama sus “socios” estadounidenses, a quienes, por otra parte acusa de no querer entablar un diálogo sobre este asunto. Ante esta situación de creciente amenaza el presidente Putin ha expresado que a Rusia no le queda otra alternativa que responder como corresponde.

Los justos reclamos del presidente Putin parecen no hacer mella en la determinación de Obama de hacer pagar a Rusia un precio alto por su rebeldía. La continuidad de las sanciones económicas, el aumento del cerco militar de la OTAN, que fue el tema principal en la recién finalizada cumbre de la organización en Varsovia, más la amenaza de una nueva ofensiva militar de Ucrania en la región del Donbas y las truculentas maniobras estadounidenses en Siria buscando empantanar a Rusia en ese conflicto, son elementos que forman parte de la estrategia de la administración de Obama que contempla, en el corto periodo que le resta de su presidencia, dejar una Rusia abrumada en todos los frentes, con el propósito de simplificarle a su sucesor o sucesora la tarea de doblegar la resistencia de Rusia

Sin embargo, los EE.UU no son omnipotentes, y si el Brexit  genera un  contagio provocando, por ejemplo, la salida de Francia (Frexit) esto podría socavar la integridad de la OTAN y el rompimiento del consenso en contra de Rusia en la UE. Algo de esto quedó de manifiesto en Varsovia donde el presidente francés Hollande declaró que “la OTAN no tiene ningún papel en absoluto en indicar cuáles deben ser las relaciones de Europa con Rusia”. “Para Francia”, expresó Hollande, “Rusia no es un adversario, ni una amenaza”. Estas expresiones del presidente francés podrían ser una indicación del resentimiento existente contra las políticas de los  EE.UU de llevar hasta el límite las problemáticas relaciones entre  Europa y Rusia.

Por otra parte, el tono abrupto de las palabras de Hollande en Varsovia delata el recelo francés sobre un nuevo eje que está tomando forma entre los EE.UU y Alemania, que dejaría a Francia al margen. Este nuevo eje es del supremo interés de Washington sobre todo ahora que Gran Bretaña se está separando de la UE. Para los EE.UU es imperativo impedir la formación de un eje ruso-germano que ha sido el foco de la diplomacia del Kremlin como mecanismo para socavar el dominio de los EE.UU-OTAN sobre Europa.  


Que tanto podría el Brexit ayudar a Rusia a romper el consenso europeo es un punto a debatir. En algunos sectores en Moscú existe, no sin merito, una buena dosis de escepticismo en el sentido de que los EE.UU harán todo lo que tengan que hacer con el fin de asegurarse de que su liderazgo trasatlántico se mantenga intacto y así seguir profundizando su estrategia de la contención de Rusia. Tomando en consideración que la UE y la OTAN son procesos complementarios, inseparables, es inconcebible que Washington se permita el lujo de observar impasiblemente como la UE se desintegra. En todo caso, de darse una ruptura en el seno de la alianza occidental, la estrategia anti-Rusia de los EE.UU recaería sobre un eje estadounidense-germano que es lo que precisamente se viene trabajando ahora que el Brexit amenaza la “inseparable alianza” entre los EE.UU y Gran Bretaña.






Publicado por La Cuna del Sol
USA. 

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