lunes, 30 de marzo de 2015

La intervención militar en Yemen otro frente que se abre para contener a Irán

La intervención militar contra los Hutíes se realiza en momentos en que las negociaciones entre Irán y Estados Unidos sobre el programa nuclear iraní se encuentran en una fase muy delicada y cuyos resultados alteraran drásticamente el panorama político en el Medio Oriente. Tanto Estados Unidos, como Israel y Arabia Saudita tienen como objetivo último impedir que Irán se convierta en una potencia regional con armas nucleares. Los desacuerdos que se han manifestado de diversa formas, como la histérica y belicosa campaña de Netanyahu, las declaraciones sauditas de permitir su espacio aéreo al régimen sionista para atacar a Irán y las amanezcas de los congresistas de EE.UU, forman parte de una operación sicológica destinada a presionar al gobierno iraní para que acepte los términos impuestos en las negociaciones por los Estados Unidos y las otras potencias occidentales, que equivaldrían, en la práctica, a desmantelar su programa nuclear.


LA INTERVENCIÓN MILITAR EN YEMEN OTRO FRENTE
QUE SE ABRE PARA CONTENER A IRÁN



Si hay algo que distingue al imperialismo es su enorme capacidad para crear el caos, destrucción y muerte en aquellos lugares designados como el blanco de sus ambiciones hegemónicas. Ya sea directamente a través de su masivo poderío militar y económico, o indirectamente por medio de regímenes marionetas y fuerzas mercenarias, el talento mostrado para generar resultados catastróficos es sorprendente.

Pocas regiones en el mundo han experimentado en su historia la feroz ola destructiva del imperialismo occidental como el Medio Oriente. Sus enormes riquezas en hidrocarburos en lugar de ser una bendición para sus pueblos se han convertido, a causa de la voracidad sin límites de la bestia del capitalismo occidental, en una maldición que les ha traído guerras fratricidas, divisionismos, miseria y dolor que no parecen tener fin. Yemen, un empobrecido país ubicado en esa zona tumultuosa, fue atacado por aviones de la fuerza aérea de Arabia Saudita en lo que avizora ser otra intervención militar que cuenta con la aquiescencia de Estados Unidos y que tiene como objetivo bloquear las aspiraciones de Irán de convertirse en un poder regional.

El 26 de febrero el embajador del reino petrolero de Arabia Saudita anunció desde Washington que su país había decidido lanzar una operación militar  que duraría hasta que el “legítimo gobierno” de Yemen sea restaurado. Informó además que otros países habían enviado armamento y equipo militar a Arabia Saudita y que otros estaban en camino. Indicó que los EE.UU no estaban involucrados en la operación, sin embargo y según lo reportó el Washington Post, la Casa Blanca comunicó que el presidente Obama había autorizado a las fuerzas estadounidenses proveer apoyo logístico e inteligencia para la ejecución de la operación. De acuerdo al comunicado, las fuerzas de los EE.UU estaban estableciendo una “Célula de Planificación Conjunta” con Arabia Saudita para coordinar la asistencia militar y de inteligencia.

Yemen ubicado en la parte sur de la península arábiga, con escasa producción petrolera y donde el agua escasea a ritmo acelerado, ha ocupado en los últimos meses muchos de los titulares de prensa debido a los choques violentos entre las diferentes grupos tribales que se disputan el poder en ese pequeño país árabe de 25 millones de habitantes y que ha padecido las desastrosas consecuencias del intervencionismo de los EE.UU y Arabia Saudita. Pero por otra parte, Yemen también es el escenario donde está teniendo lugar el enfrentamiento entre Irán y los países del Golfo encabezados por Arabia Saudita que con el apoyo de Estados Unidos e Israel buscan contrarrestar la creciente influencia iraní en el Medio Oriente.


La toma del poder en Saná, la capital de Yemen, por los Hutíes, grupo chiita considerado cercano a Irán, que obligó a la salida del poder del gobierno de Abdo Rabu Mansur Hadi y que amenaza con hacerse de todo el territorio ha crispado los nervios de sus principales patrocinadores, sobre todo, de Arabia Saudita que siempre ha considerado a Yemen como su inmediato patio trasero al sur de su frontera. Durante las pasadas décadas la política de Arabia Saudita hacia Yemen se ha caracterizado por su intención de debilitar, fragmentar y aumentar las tensiones tribales con el fin de evitar que se establezca un gobierno central sólido y poderoso que algún día pueda convertirse en una amenaza al poder del corrupto reino petrolero. En efecto la llegada al poder de los Hutíes y la caída del títere Hadi representa para los saudíes una drástica y dramática pérdida de su influencia en Yemen.

Tomando en cuenta la forma en que ha evolucionado todo el conflicto en el Medio Oriente donde la estrategia árabe-estadounidense ha fracasado, principalmente en Siria (aliado incondicional de Irán y de Hezbolá),  la llegada al poder del movimiento chiita Huti, Ansarullah,  ha significado un enorme trastorno en el tablero geopolítico de la región del Golfo Pérsico en claro detrimento de los intereses hegemónicos, por un lado del eje formado por el régimen wahabí de Arabia Saudita y el régimen sionista de Israel temerosos  de la influencia chiita iraní, y por el otro, de Estados Unidos que busca evitar a toda costa que Irán se convierta en una potencia regional que ponga en riesgo sus diseños imperialistas en la zona. Para la administración de Obama la idea de un movimiento chiita pro-iraní estableciéndose como el principal poder en Yemen representa un serio revés geopolítico, un fracaso de su política exterior, en un país que había considerado como un ejemplo exitoso de su estrategia antiterrorista. Tras el aniquilamiento -por los Hutíes- del antiguo orden establecido tras la salida del poder del antiguo dictador Ali Abdullah Saleh, que los EE.UU negoció en el 2012, las fuerzas especiales estadounidenses a cargo de las operaciones antiterroristas han tenido que salir de prisa del país, abandonando los planes antiterroristas contra Al Qaeda en la Península Arábiga que había sido usado como pretexto para intervenir en los asuntos internos de Yemen.

El revés geopolítico que representa para Estados Unidos los rebeldes Hutíes en Yemen, es por otra parte, una ganancia estratégica para Irán que, contrario a las acusaciones de Estados Unidos y de Arabia Saudita, ha tenido una escasa participación en la guerra civil en Yemen. Ciertamente los Hutíes muestran tendencias pro iraníes, pero no son un movimiento que actúa bajo las órdenes de Irán, de ahí que todas las acusaciones en ese sentido no son más que pretextos para incrementar las tensiones con la República Islámica, como de hecho está sucediendo al ser señalado de estar envuelto en el derrocamiento del presidente yemení. Algo que es importante notar aquí, según algunos observadores, es que a pesar de este aparente éxito el establishment iraní a cargo de la política exterior es reacio a verse involucrado en las guerras de Yemen, comprendiendo muy bien los costos a largo plazo asociados con los riesgos de participar en una aventura como esa. Esta quizás es una de las razones por las que el ministro de Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, condenó la intervención militar saudita en los términos más suaves posibles.

Los ataques aéreos de Arabia Saudita en Yemen, coordinados por Estados Unidos y que cuentan con el apoyo de la mayoría de Estados sunitas de la región como Turquía, Egipto e incluso Sudan (oficialmente en la lista de EE.UU de Estados que apoyan el terrorismo) y Paquistán se inscriben dentro del amplio contexto del actual conflicto bélico por la supremacía en el Medio Oriente y en el que  también Israel juega un papel protagónico importante como agente desestabilizador buscando contener o eliminar la amenaza que representa Irán para su existencia como el poder militar dominante en la región. En este sentido es pertinente señalar la existencia de una alianza de facto entre Israel y los países sunitas, principalmente Arabia Saudita, que ven con preocupación el papel preponderante que Irán está cumpliendo en los conflictos en Siria e Irak donde en alianza con el grupo chiita libanés, Hezbolá, ha bloqueado sus planes para liquidar al gobierno de Assad, un crucial aliado de Irán que limitaría grandemente su influencia en la región.

Dentro de esta misma estrategia de contención de Irán, la intervención militar de la coalición anti-iraní en Yemen se da en momentos en que Estados Unidos viéndose relegado por Irán que había tomado la iniciativa en la guerra contra el Emirato Islámico en Irak, decide torcerle el brazo al gobierno iraquí para que las milicias chiitas comandadas por Irán se retiren del frente de batalla y le cedan el control de la operación militar en Tikrit a Estados Unidos que luego inicia los ataques aéreos contra las fuerzas de EIIS sitiadas en ese punto. Con esa maniobra Estados Unidos logra impedir que Irán emerja como la fuerza más importante en la lucha contra el EIIS que ha puesto en evidencia el fracaso de la llamada coalición anti-EIIS liderada por Estados Unidos y sus aliados árabes. Por su parte Irán ha criticado la contradictoria política que Estados Unidos está empleando con relación al EIIS.

En segundo lugar, la intervención militar contra los Hutíes se realiza en momentos en que las negociaciones entre Irán y Estados Unidos sobre el programa nuclear iraní se encuentran en una fase muy delicada, cuyos resultados alteraran drásticamente el panorama político en el Medio Oriente. Tanto Estados Unidos, como Israel y Arabia Saudita tienen como objetivo último impedir que Irán se convierta en una potencia regional con armas nucleares. Los desacuerdos que se han manifestado de diversa formas, como la histérica y belicosa campaña de Netanyahu, las declaraciones sauditas de permitir su espacio aéreo al régimen sionista para atacar a Irán y las amanezcas de los congresistas de EE.UU, forman parte de una operación sicológica destinada a presionar al gobierno iraní para que acepte los términos impuestos en las negociaciones por los Estados Unidos y las otras potencias occidentales, que equivaldrían, en la práctica, a desmantelar su programa nuclear. Irán, al menos públicamente, ha dejado saber que todas las concesiones que haga con respecto a su programa nuclear estarán supeditadas al levantamiento total e inmediato del embargo económico. Es precisamente en este punto donde se encuentran estancadas las negociaciones ya que EE.UU a cambio de todas las concesiones ofrecidas por Irán promete que las sanciones serán levantadas gradualmente en un periodo de varios anos reservándose el privilegio de reimponerlas si Irán viola lo acordado.

Para algunos observadores, como  Mahdi Mohammadi, Jefe  Editor de IranNuc.IR y Experto en Asuntos  Estratégicos, el gobierno de Obama, bajo intense presión de sus aliados interesados en evitar un acuerdo que resulte en el reconocimiento de Irán como un poder regional, está tratando de convencer a sus aliados regionales que no está en procura de un gran acuerdo con Irán. Este punto fue claramente anunciado hace unas semanas en Jeddah por el secretario de Estado, John Kerry donde dijo que no habría un gran acuerdo con Irán y que los Estados Unidos solo está tratando de contener la capacidad nuclear de Irán, que más que una amenaza relacionada a la proliferación de armas nucleares, es un amenaza geopolítica.

Según el analista, el respaldo de Estados Unidos a la invasión saudita de Yemen y la confirmación de Washington de este acto de agresión inmediatamente después de haber comenzado no ha dejado ninguna duda de que esta invasión está totalmente relacionada a las conversaciones nucleares con Irán y, de hecho, tiene la intención de enviar dos mensajes. Uno es para Irán; según lo expresado por el director de la CIA, John Brennan en entrevista con Fox News Channel, Irán tiene que saber que en términos de geopolítica, los Estados Unidos continua considerando a la Republica Islámica como un enemigo. El segundo mensaje es para Arabia Saudita e Israel, que muy bien puede ser considerado como una especie de garantía geopolítica. El mensaje es que un posible acuerdo nuclear con Irán no solo fracasará en reducir la confrontación regional entre Irán y Estados Unidos, sino que incluso la intensificará. Por lo tanto, Arabia Saudita puede estar segura de que todavía disfruta del apoyo de los EE.UU frente al sorprendente crecimiento del poder regional de Irán.


Aunque se descarta la partición directa de Irán en Yemen hay fuertes señales que indican que Paquistán, un país de mayoría sunita y considerado por Estados Unidos como un Estado musulmán “moderado”, está considerando seriamente intervenir, a cambio del dinero saudita, para proteger los intereses de la monarquía saudita tal y como lo ha venido haciendo en Bahréin. Esto sin duda agravará más la situación aumentando las posibilidades de un conflicto regional mayor.






Publicado por La Cuna del Sol
USA. 

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