sábado, 11 de enero de 2014

¿LA MANO DE DIOS O LA DEL DIABLO?

Su lenguaje impreciso, diplomático y sin personalidad sigue dando cuenta de quién exactamente es el arzobispo metropolitano de Guatemala. Con quien está identificado políticamente e ideológicamente en realidad. Y claro, no es precisamente con los sectores populares, con los trabajadores, a juzgar por sus hechos recientes y pasados,… Hay una duda al respecto de su cargo de arzobispo. En su elección o designación de obispo qué mano estuvo presente: ¿la de Dios o la del Diablo?


LA POSIBLE MANO DE DIOS EN LA ELECCIÓN
DEL ARZOBISPO  DE GUATEMALA OSCAR VIAN


Por María de los Ángeles Roca
La Cuna del Sol

Este rollizo señor de evidente buena vida y de complicado mestizaje porque no se sabe si es indígena o taiwanés, pero obviamente es el arzobispo metropolitano de Guatemala, no se complica la vida con su sobrepeso como los señores feudales y luce rozagante dando, según él, declaraciones “equilibradas” cuando se refiere al poder político tradicional de este país. No es en ningún momento un gordito simpático e ingenuo. Es también aquiescente con la rancia y retrógrada oligarquía azucarera al afirmar en un vídeo de propaganda de esa industria evasora de impuestos que ésta cumple su función social porque los jornaleros de la zafra ahora sí, después de tantos años de explotación, pueden comer en un refectorio digno, con cocinas de aluminio y un servicio médico gratuito. Y sus declaraciones van por el mismo estilo cuando, no pudiéndose pasar por alto por su contundencia; pide con manos suplicantes de beato que los guatemaltecos debemos hacer el esfuerzo de vivir en “armonía” este nuevo año pues altos índices de violencia e inseguridad siguen creciendo exponencialmente. La pregunta es: ¿de cuál armonía habla este señor? Su lenguaje impreciso, diplomático y sin personalidad sigue dando cuenta de quién exactamente es el arzobispo metropolitano de Guatemala. Con quien está identificado políticamente e ideológicamente en realidad. Y claro, no es precisamente con los sectores populares, con los trabajadores, a juzgar por sus hechos recientes y pasados, que es pertinente recordárselo a este sospechoso socio del diablo, para que no olvide que allí está la historia para recordarle a uno lo que ha sido y no andar de presumido. Déjeme contarle una de sus barrabasadas.

Corría el año 1978 y la dictadura luquista distribuía sin asco represión y muerte a todos los sectores populares guatemaltecos que reivindicaban las cosas de siempre: aumento salarial, mejores condiciones labores y libertades políticas y de organización. Vian, por supuesto, sin decirlo, no estaba de acuerdo con esas posiciones de los trabajadores. Él era el jefe, el patrón; no el sacerdote en el Colegio Salesiano Don Bosco ubicado en la avenida Bolívar. Dios se quedaba afuera a la hora de entrar a su despacho de director y allí solo estaba Vian, el administrador de cuantiosos recursos de una institución educativa que desde años ha hecho un buen dinero y sabrá Dios qué camino ha tomado. Unos maestros jóvenes, dos de ellos de Jutiapa, hicieron una solicitud de aumento salarial porque lo devengado en ese establecimiento era exiguo, además de la continua exigencia y presión de los curas que como cotusas circulaban por todos lados, pendientes de todo, menos de las necesidades de los trabajadores. Tenían también los maestros que aguantar la hipocresía de ir todas las semanas a misa con los alumnos que del colegio, a la hora del recreo, daban un paso de perico a la iglesia, entrando por un costado del edificio.

Pues bien, la solicitud llegó a manos del sacerdote Vian quien lo leyó una y otra vez con contenida ira. Al otro día citó a los maestros firmantes para que comparecieran a primera hora a su despacho. Ingenuamente los maestros creyeron que este hombre de Dios (mejor sería del Demonio) iba a acceder a los requerimientos del solicitado aumento salarial. ¡Mamolas! El desgraciado los destituyó inmediatamente y de paso violó la ley: se negó rotundamente a pagarle a los maestros destituidos sus prestaciones salariales de ley. Por ello no es de extrañar sus buenas migas con el sector empresarial, principalmente con el azucarero, a quien le hizo buen servicio publicitario afirmando, de hecho con su aquiescencia, que ellos son “buenas personas” y “nobles empresarios”.


 Hay una duda al respecto de su cargo de arzobispo. En su elección o designación de obispo qué mano estuvo presente: ¿la de Dios o la del Diablo? ¡Vaya a saber usted querido lector! Pero que algo chueco pasó, eso es evidente.









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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