martes, 17 de septiembre de 2013

PUTIN Y EL EXCEPCIONALISMO DE LOS EUA


Las referencias de Obama al excepcionalismo estadounidense, como atributo especial que hace de los Estados Unidos un país diferente, que lo ubica en un lugar aparte del resto -en el caso de Siria- es lo que Putin denuncia, como lo peligroso del excepcionalismo. Quizás no era necesario, como escribió un columnista, que fuera Putin quien lo dijera, lo pudo haber dicho otro, desafortunamente para los fieles creyentes en la mitología del excepcionalismo, fue el hombre más odiado y detestado por casi todo mundo en los Estados Unidos quien se los hiciera ver en su propia cara.


PUTIN Y LA MITOLOGÍA DEL
EXCEPCIONALISMO DE LOS EUA


Al final de su discurso televisado del martes 10 de septiembre, el presidente Barack Obama, dijo lo siguiente:

“América no es el policía del mundo. Muchas cosas terribles pasan en el mundo, y está más allá de nuestros recursos solucionar cada problema, pero cuando con nuestros modestos esfuerzos y riesgos podemos evitar que niños mueran víctimas de gases venenosos y de esta manera garantizar que nuestros niños estén a salvo, entonces yo creo que debemos actuar.

Eso es lo que hace que América sea diferente. Eso es lo que nos hace excepcionales. Con humildad, pero también con determinación, nunca permitamos que esa verdad esencial se nos escape.

Gracias, que Dios los bendiga y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América”.

Respondiendo al discurso de Obama, el presidente ruso Vladimir Putin en una carta publicada en la sección de opiniones del New York Times el 12 de septiembre, y en la que le aconsejaba al presidente Obama actuar con prudencia y con apego a las normas internacionales en el caso de Siria, al final de la misma escribió lo siguiente:

“Mi relación personal y de trabajo con el presidente Obama está marcada por una confianza cada vez mayor, la cual valoro mucho. Estudié cuidadosamente su discurso a la nación el día martes. Y más bien estoy en desacuerdo con su argumento sobre el excepcionalismo de los EUA, declarando que es la política de los Estados Unidos la ‘que hace que América sea diferente, es lo que nos hace excepcionales’. Cualquieran sean las motivaciones, es extremadamente peligroso alentar a la gente a que se vean ellos mismos, como excepcionales. Hay países grandes y pequeños, ricos y pobres, aquellos con largas tradiciones democráticas y aquellos que todavía están tratando de encontrar la vía democrática. Sus políticas difieren también. Todos somos diferentes, pero cuando pedimos que el Señor nos bendiga, no debemos olvidar que Dios no creo igual a todos”.

Las virulentas reacciones a estas declaraciones de Putin, no se hicieron esperar. Tanto en el mundillo del comentario político, como entre la clase política de Washington, y entre el público, las expresiones de repudio y  disgusto a lo dicho por el presidente ruso,  no hicieron más que confirmar el apego religioso a esa creencia y su aceptación como algo incuestionable entre gran parte del público estadounidense. Para muchos las declaraciones de Putin sonaron como una afrenta porque tocaron el nervio mismo de la naturaleza de los Estados Unidos como nación y no una política en particular.   Pero, en honor  a la verdad, Putin no impugnó aquellos aspectos excepcionales que, como cualquier otro pueblo, poseen los Estados Unidos y que en alguna medida lo distinguen de los demás. Lo fundamental de su crítica estuvo centrada en el peligro que conlleva alentar ese tipo de creencias entre la gente, que los haga verse como excepcionales, como elegidos por algún poder divino y por lo tanto llegar creer que están por encima de los demás y con poder para imponerse y decidir sobre sus destinos. Las referencias de Obama al excepcionalismo estadounidense como un atributo especial que hace de los Estados Unidos un país diferente, que lo ubica en un lugar aparte del resto -en el caso de Siria- es lo que Putin denuncia, como lo peligroso del excepcionalismo. Quizás no era necesario, como escribió un columnista, que fuera Putin quien lo dijera, lo pudo haber dicho otro, desafortunamente para los fieles creyentes en la mitología del excepcionalismo, fue el hombre más odiado y detestado por casi todo mundo en los Estados Unidos quien se los hiciera ver en su propia cara.

Atribuido a Tocqueville en Democracy in America (Democracia en América), publicado en 1835, el concepto del excepcionalismo sirve como justificación y refuerzo a la política conservadora estadounidense. Por una parte el concepto es tan amplio que prácticamente pierde su significado. Ha oscilado desde sus atributos geográficos, la abundancia de recursos, inmigración, hasta el sistema económico. En The Myth of American Exceptionalism (El Mito del Excepcionalismo Americano), Godfrey Hodgson escribe:

“Observando la densidad de las reclamaciones hechas por la naturaleza única de la experiencia estadounidense y de las cualidades excepcionales de su sociedad, sin embargo, es difícil, evitar la sospecha de que están motivadas, al menos en parte, por un deseo de creer en ellas”.

Dea cuerdo a Joseph Grosso, en un nivel, no resulta difícil representar la idea de Excepcionalismo de los EUA en el ámbito de la mitología. Después de todo y a pesar de que los EUA se estableció en el llamado Nuevo Mundo, sus fundamentos filosóficos proceden de la filosofía de la Ilustracion europea y religión. Inclusive la gran expansión de la frontera occidental fue impulsada por las inversiones europeas, los mercados europeos, sin hablar de la inmigración europea. Además, si la inmigración y la diversidad constituyen gran parte de la imaginería del excepcionalismo ¿No limitaría eso la idea de una cultura estadounidense unificada y excepcional, o seria su multiculturalismo, paradójicamente, un gran elemento de su naturaleza excepcional?

En, American Exceptionalism: a Double-Edged Sword (Excepcionalismo Americano: Una Espada de Doblefilo), el sociólogo Seymour Martin Lipset desmenuzó su significado en cinco términos: libertad, igualitarismo, individualismo, populismo y laissez-faire. Asumiendo que hay, o puede haber, un amplio consenso sobre lo que cada uno de estos términos conlleva, todavía existen paradojas potencialmente grandes. ¿Pueden los ciudadanos que viven en la pobreza ser verdaderamente libres? ¿Cuál es la relación entre individualismo y populismo? ¿Cuánta libertad es aceptable ante las grandes necesidades de la sociedad? ¿Cuáles son las reales manifestaciones de libertad cuando existen el gobierno y la pobreza? ¿Pueden la libertad y el igualitarismo, inclusive lo relacionado con la oportunidad, existir para todos cuando la brecha entre ricos y pobres resultante de las políticas económicas del laissez-faire, permite que unos cuantos ciudadanos ricos influencien las leyes y las políticas de todo el mundo. Por cierto, una de las observaciones de Tocqueville en ese entonces, fue la siguiente: “Hoy en día es justo decir que las clases ricas en los Estados Unidos están casi por completo fuera del poder, y esa riqueza, lejos de ser un privilegio ahí, es una causa real de aversión y un obstáculo para obtener poder”. Resultaría trágicamente divertido especular lo que Tocqueville diría al contemplar el actual estado de cosas.

Además, como lo indica el titulo completo del trabajo de Lipset, no hay nada inherentemente positivo en la palabra “excepcional”. Una definición literal se leería algo como, “formando una excepción o una instancia excepcional: inusual, extraordinaria”. Ciertamente, el término excepcional es a menudo usado para expresar superioridad, sin embargo, decir “excepcionalmente malo” es tan aceptable gramáticalmente hablando, como decir, “excepcionalmente bueno”, finaliza Grosso.

La noción del excepcionalismo provoca que muchos de los estadounidenses, impulsados por la desinformación difundida por todo el aparato del Estado defensor de los grandes intereses económicos de la elite capitalista-imperialista, se vanaglorien de ser parte de la nación más grande sobre la faz de la tierra.

Los EUA, que a menudo y  muy arrogantemente es llamado  América, (como si Canadá, México, Brasil y Venezuela no existieran), no es el # 1 –excepto en la venta de armamentos y en el número de sus propios ciudadanos en prisión. Estados Unidos en tan solo un país más, y aquellas políticas que reivindican el excepcionalismo, incluyendo las de Obama, son simple y sencillamente una excusa para cometer más atrocidades militares en el extranjero bajo la patraña de propagar la democracia y la libertad (léase: inserción de corporaciones y desarrollo de los mercados). Las votaciones son tan corruptas que un presidente fue elegido por la Corte Suprema de Justicia y las Naciones Unidas monitorearon las últimas elecciones. La pobreza esta oficialmente en un 15%, lo que equivale a unos 50 millones de estadounidenses que viven en la pobreza. Los EUA, como China, todavía ejecuta prisioneros, al igual que lo hace Afganistán, Cuba, Irán, Iraq, Israel, Guatemala, Corea del Norte, Paquistán, Tayikistán y Yemen. Naciones, como Brasil, Dinamarca, Alemania, Filipinas, Polonia, Bután, Filipinas, Francia, España, Bélgica,  Suiza e inclusive Rusia, han abolido la pena de muerte.

Los Estados Unidos podrían aprender de otras naciones más pacíficas y comprometidas en la solución de los problemas que afectan a los más pobres. Los Estados Unidos es solamente otra nación y le corresponde a su pueblo y a sus líderes el empezar a aprender de otras naciones y a cooperar con ellas de igual a igual, sin arrogancia y dejando de lado todo injerecismo que atente contra su soberanía y  dignidad. Ninguna nación es excepcional, ellas son solamente pueblos con gobiernos, con tierra y con políticas públicas, domésticas y externas. Todas necesitan cooperar.










Publicado por LLaQnadlSol
CT., USA.

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