miércoles, 31 de julio de 2013

¿CUÁL ES EL PAPEL DEL ESCRITOR…


El presente ensayo, promovido por el periódico Siglo XXI a nivel nacional en 1991 y organizado por la pandilla literaria de esos años, “La Rial Academia”, le otorgó por unanimidad el Primer Lugar al poeta Luciano Castro. El premio le fue entregado en la Casa de Cultura Flavio Herrera de la Universidad de San Carlos.



¿CUÁL ES EL PAPEL DEL ESCRITOR
EN LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA SOCIEDAD?


Por Luciano Castro Barillas

El escritor es hijo de su tiempo. O hijastro. Todo depende. Revisar, leer o enterarse de las peculiaridades esenciales de la vida nacional es una obligación y un deber. Asumir, en consecuencia, profundos compromisos con las aspiraciones históricas de un pueblo flagelado en su dignidad, como el de Guatemala; constituye la materialización cuanto decimos pensar y hacer. En nuestro caso escribir. No hay para dónde. Es la adicción democrática necesaria. El hábito no pernicioso.


Toda obra y vida literaria tiene una matriz social, matizada de individualidad. No obstante, el flujo de una de las más importantes sensibilidades humanas, como lo es la literatura, se ve interrumpido por iluminadas incisiones que rebasan las ubicaciones, las extracciones de clase del escritor.

Hoy, cuando las concepciones estalinistas sobre la edificación del socialismo fueron barridas de la historia y el neoliberalismo es el dogma sustituto, habría que preguntarle a los paranoicos del libre mercado lo siguiente: ¿qué incidencia positiva trajo a los pueblos irredentos del Tercer Mundo la bancarrota del socialismo y el aparente triunfo del capitalismo delirante? Encontramos palmariamente fríos y deprimentes indicadores socioeconómicos que nos hablan de un mundo de ascensos invertidos. De rasgos expresionistas de patética deformación. Salvando, pues, distancias y conceptos, necesitamos en Guatemala, en lo fundamental, una revolución democrática que es, en todo caso, una democracia verdadera; para no desentonar del todo con las tendencias objetivas de la realidad con eso del diálogo-negociación…

Pero hay que tener presente algo, ya que de opiniones se trata: el compromiso del escritor con un proceso de construcción democrática no es preeminente teórico, libresco, supuestal o elaborativo: es un asunto de hechos. De compromisos concretos con la palabra y fuera de ella. De superación de aberraciones intelectualistas caracterizadas, entre otras cosas, por prestidigitaciones lingüísticas, malabarismos retóricos o floridos, exuberantes, desaforados y aparatosos juegos de palabras. No es cuestión de exclusivismos sensualistas-estéticos; aunque, por supuesto, un valioso aporte democrático de un escritor es hacer buena literatura, a nivel de concepción y realización.

Pero  -otra vez-, “permítanme seguir pelizcando la guitarra”, como se estila decir en Jutiapa: Como ustedes preguntan, yo también repregunto. ¿Hablan sobre la democracia-engendro del presente o la bebé promisoria del futuro? Pues la puntualidad del lenguaje, la historia y la política nos indica que una cosa es un proceso de apertura política y otro asunto un proceso de apertura democrática. Lo sustantivo de la vida democrática es la unidad de la nación y su libertad de elección. Si la sintonía viene por la segunda definición entonces “sí somos mismas”, como gustaba decir mi admirado amigo Manuel José Arce, cuya última carta la recibí, para mi desgracia, con retraso mortal: ya no pude contestarle porque en esos días murió.

Pienso que el papel del escritor y su obra en un proceso democrático real es y será siempre conjugar su trabajo imaginativo con su compromiso político. Sobre la seducción del panfletismo, de la consigna, de la militancia; son discusiones tan extensas que violentaría en demasía el metro de cincuenta líneas que determina el presente concurso. Pienso daría más lugar a vigorizar prejuicios que a impulsar lucubraciones relevantes.

Se debe tener cuidado de no incurrir en el error de pretender revolucionar la cultura exclusivamente a través de los papeles, a partir de los trabajadores de la cultura por sí mismos, en una lamentable tergiversación de la personalidad individual de la historia. El cambio en el modo de producir cultura tiene que provenir de la previa transformación de los sistemas de producción social en su conjunto. La renovación de las ideas estéticas tiene que disponer de una base material para desplegar su fuerza instrumental. Nada de lo que se haga o se diga se para sin tener pies. Suena, quizá, esta exposición como un sociologismo vulgar pero, al menos en este caso, es un mecanicismo no desmentido.

No hay que caer en revolucionarismo pequeñoburgueses desparramando tanatales de palabras en periódicos, libros o revistas y a la hora de rajar ocote (asumir el costo del compromiso con los pobres) despuntamos más temprano que el alba en México y lo que es peor, pidiendo pelo o refugio a los Estados Unidos o Canadá. Claro, en esto hay excepciones, pero el exilio más digno está entre los pinos y las encinas. Yo, pues, camino por una senda y no por arrogancia lo afirmo. No es tampoco una pose ostentosa de machista oriental de sentirme con más huevos que una iguana: si el propósito es ensanchar los espacios políticos, las instancias son otras. El arte, la literatura, en esas confrontaciones dispone de una metodología no muy efectiva. Madura condiciones subjetivas, indudablemente, pero se queda en “afilar el machete sin dar el pijazo”, según decía mi compadre Cleto Boteo, de oficio capador de asnos y de toros,  cuyas semillas vitales se comía rescoldadas para “no perder la voluntá”, según él.

El papel del escritor o de los escritores en verso y en prosa en la edificación democrática será cumplido a partir, en primer lugar; de su organización y movilización. Porque su primacía intelectual puede conferirle, eventualmente, posibilidades conductoras de su pueblo.

Para un escritor el poder es un artículo de primera necesidad: por la cultura y por la sociedad. Pero este poder no debe servir para exhibir una palabra con poder, sino el poder de la palabra. Y en tanto haya una sola persona que creamos en el socialismo como vía válida para el desarrollo histórico y social, el socialismo, con la fuerza espiritual de sus ideas científicas (con toda la divertida y  asimismo peligrosa psicosis anticomunista del periodista reaccionario Mario David García) existirá. Aunque, por el momento, por la ofuscación, no se comprenda que sus problemas obedecen al cumplimiento puntual de sus leyes de transitividad: avances y retrocesos. La trayectoria de la rueda de la historia solo la pretenden detener trozos, es decir cabezas, como la del periodista aludido.

Para terminar quiero tan solo afirmar que un escritor nunca debe perder el objetivo estratégico de su oficio, que es su obra. Pero el cumplimiento de este propósito adquiere relatividad, dependiendo del contexto histórico-cultural donde se afirma tal: pues antes que los más exquisitos y espléndidos versos, antes que los más sorprendentes párrafos narrativos están, ineludiblemente, las necesidades humanas. Es cuestión de jerarquizar y no enredarse en la problemática ya que el escritor, el poeta, es dos cosas indisolubles e inseparables: una categoría estética y una categoría moral.


Poeta Luciano Castro Barillas



Post scriptum: Apuntes para la historia. Los jóvenes de la Juventud Patriótica del Trabajo, JPT,  del Partido Comunista de Guatemala, endilgaron con todo el odio que les cabía por la entrega a las fuerzas represivas de un joven militante  por parte del periodista Mario David García, quien imprudentemente regó panfletos en su noticiero; el remoquete vengativo de David Culo.










Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que expone Luciano en su relato no es màs que la realidad que no ha pasado de moda, detenida en el tiempo como el agua en el charco de la esquina de cantina hecha de meados de tanto bolo que va a brindar por la desdicha.

Pareciera que el tiempo no ha transcurrido desde que lo escribió, no en la Guatemala proletaria, la campesina, la obrera, porque la "vanguardista" sigue creciendo en manos de oportunistas que con título en mano, corbata y un buen filo, la destazan a la misma hora en que meten a la reces al rastro.

La Guatemala de los soñadores y soñadoras se ha escondido en la nubes cuando el cielo llora la penuria de un niño hambriento y de las cruces en los aposentos de los que entierran muertos de la violencia, del olvido, de lo que luchan...

Excelente como para que el escritor no se llevara el primer lugar y les diera baje a cuanto entacuchado se le puso al brinco, sin ideología alguna màs que la de acaparar...

La misma, la única... la loca (yo) de la tierra donde florea el chipilín ahora que hay frijol camagua.

Anónimo dijo...

Gracias por su comentario. Su prosa es inconfundible Ilka. Va atravesada del principio a fin por el amor hacia nuestro país. Muchos saludos y los mejor para usted. Luciano.