jueves, 13 de junio de 2013

EL TERRORISMO,...


(…) se ha dado una simplificación conceptual y acomodaticia del término terrorismo, emparentándolo con todo aquello que venga como proceso de liberación nacional o hecho contestatario, generalmente  por reivindicaciones sociales (género, étnico, derechos humanos, etc.) y económicas … Los terroristas solo pueden serlo los ciudadanos de los países dependientes que giran en la periferia de las economías desarrolladas. Los actos violentos de las potencias imperiales son acciones éticas por la libertad y la democracia. Las acciones por la justicia social, por la defensa de la soberanía, por la defensa de sus recursos naturales y  el impulso de una política nacional e internacional independiente tendría que ser, de acuerdo a la lógica imperial, simple y llano terrorismo.



EL TERRORISMO,
EL NUEVO IMAGINARIO GLOBAL SEDIMENTADO


Por Luciano Castro Barillas

Todo acto de  violencia que persigue un fin político, de imposición de una “verdad” sobre otra ha sido catalogado desde siempre como terrorismo. Lo han ejercido los Estados con sus clases dominantes contra sus subordinados nacionales o las potencias imperiales contra pueblos lejanos o inmediatos. Desde Ciro El Grande, Alejandro de Macedonia, Gengis Kan o los aztecas sobre zapotecas o tlaxcaltecas o los españoles sobre los pueblos indígenas de América. Más recientemente Hitler sobre los judíos y los gitanos y Ríos Montt y sus aliados contra el pueblo ixil en particular y pueblo de Guatemala en general. Todos esos hombres impusieron el terror para imponer su verdad y sus razones. Las verdaderas razones del poder serán siempre económicas, pero encuentra una forma mejorada y concentrada en la política, de allí que por eso ésta es “la expresión concentrada de la economía”. Ahora bien, se ha dado una simplificación conceptual y acomodaticia del término terrorismo, emparentándolo con todo aquello que venga como proceso de liberación nacional o hecho contestatario, generalmente  por reivindicaciones sociales (género, étnico, derechos humanos, etc.) y económicas como lo son las luchas de los trabajadores sindicalizados o no. Un terrorista y el terrorismo en la posmodernidad acotada el 11 de septiembre no es más que la lucha contra las potencias imperiales que siendo terroristas ellas mismas, pues, sencillamente, no se hacen cargo de la imputación, porque sus acciones de violencia o terroristas no las tipifica un terror que esté política, económica y militar por encima de ellas. Los terroristas solo pueden serlo los ciudadanos de los países dependientes que giran en la periferia de las economías desarrolladas. Los actos violentos de las potencias imperiales son acciones éticas por la libertad y la democracia. Las acciones por la justicia social, por la defensa de la soberanía, por la defensa de sus recursos naturales y  el impulso de una política nacional e internacional independiente tendría que ser, de acuerdo a la lógica imperial, simple y llano terrorismo.


De allí que toda guerra por las razones que sean siempre será un acto de violencia de un ser humano contra otro ser humano. Y si el capitalismo resolviera sus aporías fundamental como lo es la acumulación de riqueza individual por el esfuerzo social, el mundo realmente estaría mejor. Sería un plácido paraíso de némine discrepante (sin contradicción dialéctica) y no estaríamos al punto de tener seriamente comprometida no solo la existencia de la especie humana sino de todo el planeta. Por ello, también dentro de esa lógica de irracionalidades con mucha razón, las categorías de la guerra justa y guerras injustas siguen siendo válidas. ¿Acaso el imperialismo no sigue haciendo las guerras injustas de ocupación por saqueo de recursos naturales y opresión de sus pueblos como Irak, Afganistán y Libia? La teoría sobre las guerras justas (marxista-leninista) sigue siendo totalmente válida y ética en la medida que las guerras injustas de los países de los “libres pensadores” (es un término nada más, ellos no son libres) son moralizadas como lucha por la “libertad”. Las guerras de liberación o guerras justas al menos no están dirigidas por corporaciones empresariales que quieren hacer buenos negocios con los pueblos ocupados. Las guerras justas todavía tienen ideales, tienen sueños, aspiraciones por crear un mundo mejor, claro, no exento de errores. De disminuir en lo posible la lucha entre las clases antagónicas, para poder vivir aunque sea un poquito más en paz. El imaginario sobre el terrorismo global se ha sedimentando y ahora todo lo que signifique reivindicaciones libertarias reales se estigmatiza como terrorismo. ¿Pero quiénes hacen esa calificación? Pienso que los verdaderos terroristas, porque aquí se cumple a cabalidad la sentencia bíblica “de mirar la paja en el ojo ajeno y no ver la viga que se tiene en el propio”. Son, creo, los subproductos ideológicos de un mundo idiotizado, dirigido por idiotas y para consumo de idiotas.











Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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