domingo, 12 de mayo de 2013

LA CONDENA CONTRA RÍOS MONTT...



(...) Por ello la resolución tenía que ser de esa manera: una condena severa para el personaje emblemático por pedido a la carta de las personas democráticas del mundo y al otro, al mero aguacatero de la G 2 pero al final subalterno, al final absolverlo, no por falta de prueba, sino porque la medida de alguna manera aplaca la incitativa a la polarización de los enfermos de fascismo aludidos anteriormente. Una resolución con coherencia jurídica en el caso de Ríos Montt y con prudencia política en el caso del general Rodríguez.  Medida que, sabiamente, aplacó la sombra de los manes de mal agüero.


LA CONDENA CONTRA RÍOS MONTT
ES UNA ACCIÓN JURÍDICA COHERENTE
CON PRUDENCIA POLÍTICA


Por Luciano Castro Barillas

Todos los bandidos de Guatemala, en los tiempos que corren, sean éstos narcotraficantes, ladrones patosos o criminales políticos, todos, sin excepción, aducen que su procesamiento obedece a persecución política, o a un linchamiento político; palabra incluso mal empleada porque los linchados en Guatemala no gozan del principio de presunción de inocencia, sino que son declarados culpables porque alguien se imaginó que era así y, bueno, reciben una azotaína, en el mejor de los casos, cuando no candela para terminar rostizados. Estos truhanes aludidos no están siendo linchados, han gozado de todas las garantías del debido proceso, pero, claro, para ellos el debido proceso debiera de ser la debida impunidad. A ese punto ha llegado la aplicación de justicia en los diferentes órganos jurisdiccionales de este país y, a no ser por la comunidad internacional y sus maltrechas democracias, pero nunca comparada con la caricatura de la democracia guatemalteca;  el proceso judicial en contra de Ríos Montt nunca hubiera sido posible. Se sentó, no cabe la menor duda, un precedente para la historia del derecho guatemalteco con la condena por genocidio de este señor, ahora de bigotes encanecidos, que sembró el terror en todo Guatemala pretextando combatir a los comunistas y cuyos excesos, desenfreno y desmesura, alcanzó a infantes nacidos y por nacer. Toda una personalidad luciferina que, como en los cuadros de Don Bosco, pudo preciarse de tener a sus enemigos entre los dientes. Era, en los años pasados, prácticamente inalcanzable para la mano de la justicia. Desplegaba este hombre, con nunca disminuida angurria por el poder, prepotencia, insulto y atropello, además de sus chocantes galimatías, de un lenguaje enrevesado, propio de un loco o de alguien que se quiere pasar de listo y que considera a los demás tontos, como seguramente valoró al pueblo de Guatemala. Pero hoy, por fin, recibió su merecido. Se sentó en la bayoneta que él estuvo puliendo y afilando por muchos años. O más bien, como dicen los campesinos ixiles a quien tanto odió: “Hoy sí te puy tu cul”.

El tribunal, presido por una valiente juez que tuvo que investirse de templanza, madurez y paciencia ante tanto insulto de los abogados defensores del ex dictador, pudo emitir una resolución condenatoria estrictamente apegada a derecho porque las pruebas en contra de los imputados eran abrumadoras. Era algo que todo el pueblo lo sabía y lo atestiguan las cientos de tumbas clandestinas repletas de cadáveres. ¿Qué más prueba querían? ¿Quién diseñó la política general del Estado y la política de seguridad nacional con su Estado Mayor subordinado? Pues el condenado. Él era el responsable de todo pero como todo cobarde, no quería enfrentar la responsabilidad de sus actos. Respaldado en esos impulsos de impunidad y efugio legal por una cohorte de gente de la ultraderecha que amenazaba con polarizar la sociedad guatemalteca. ¿Polarizarla? Acaso no está polarizada desde siempre una sociedad tiene al 85 de sus ciudadanos sumidos en la pobreza. ¿Acaso la pobreza económica, la inopia en el ingreso, no es la causante de la negación de las demás libertades ciudadanas? Por favor… De la polarización del que habla el españolote feo Pedro Trujillo o el barba de motero de Méndez Ruiz no es más que de implementar grupos de matones, algo poco probable, porque estos dos energúmenos tienen una carencia esencial: tienen hueros los cojones, aunque les sobra trompa para despotricar. Claro, quien no es valiente detrás de un arbusto o respaldado por el poder económico. Ha sido todo es fácil. Así todos somos valentones. Por ello la resolución tenía que ser de esa manera: una condena severa para el personaje emblemático por pedido a la carta de las personas democráticas del mundo y al otro, al mero aguacatero de la G 2 pero al final subalterno, al final absolverlo, no por falta de prueba, sino porque la medida de alguna manera aplaca la incitativa a la polarización de los enfermos de fascismo aludidos anteriormente. Una resolución con coherencia jurídica en el caso de Ríos Montt y con prudencia política en el caso del general Rodríguez.  Medida que, sabiamente, aplacó la sombra de los manes de mal agüero.



Aguacatero: Guatemaltequismo.Viene de aguacate o fruto de este árbol. Pero en Guatemala al hecho de asesinar a alguien se le llama “dar agua o dar aguacate”. A los asesinos de los escuadrones de la muerte en los años del conflicto armado se les llamaba aguacateros, que no tiene nada que ver con el vendedor de aguacates en los mercados.









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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