sábado, 23 de febrero de 2013

REAGAN PROMOVIÓ EL GENOCIDIO



El siguiente artículo es la primera parte de un reportaje especial sobre un documento recientemente descubierto el cual revela que el presidente Reagan y su equipo de seguridad nacional en 1981 aprobaron el exterminio tanto de las guerrillas izquierdistas como de su “sus mecanismos de apoyo civil” en Guatemala. El reportaje fue publicado en su totalidad el 21-02-2013 en el website de la revista electrónica Consortiumnews.com por el reportero investigativo Robert Parry quien en 1980 dio la primicia sobre muchas de las historias del escándalo Irán-Contras para Prensa Asociada y la revista Newsweek.





CÓMO REAGAN PROMOVIÓ EL GENOCIDIO

Vernon Walters 

Por Robert Parry

Primera parte

Inmediatamente después de llegar a la presidencia en 1981, el equipo de seguridad nacional del presidente Ronald Reagan acordó suministrar ayuda militar al brutal régimen militar de derecha en Guatemala para perseguir su objetivo no solo de exterminar a las “guerrillas marxistas” sino además de sus “mecanismos de apoyo civil”, todo esto de acuerdo a un reciente documento divulgado por los Archivos Nacionales.

Durante los siguientes años, la asistencia militar de parte de la administración de Reagan ayudó al ejército de Guatemala a hacer exactamente eso, involucrándose en la matanza de unas 100,000personas, incluyendo lo que una comisión de la verdad consideró como genocidio contra los indígenas mayas en el altiplano norteño.

Documentos recientemente descubiertos en la Biblioteca Presidencial Ronald Reagan en Simi Valley, California, también revelan que en los tiempos de Reagan, la Casa Blanca mantuvo contactos con Israel en un complot para evadir las restricciones del congreso sobre equipo militar para los militares de Guatemala.

En 1983, el consejero de seguridad nacional Oliver North (quien más tarde se convirtió en una figura central en el escándalo Irán-Contras) reportó en un memo que Robert Mcfarlane, asistente del asesor de seguridad nacional de Reagan (otra figura clave en el escándalo Irán-Contras) estaba en contactos con Israel sobre cómo hacer entrega de 10 helicópteros  UH-1H a Guatemala para darle mayor movilidad al ejército en su guerra contrainsurgente.

De acuerdo a estos documentos que encontré en la biblioteca Reagan -y otros documentos desclasificados a finales de los años 1990- es muy claro que Reagan y su administración estaban muy bien enterados de la carnicería que estaba teniendo lugar en Guatemala como también en otras partes de Centro América.

La relajada actitud hacia la brutalidad del régimen guatemalteco adquirió forma en la primavera de 1981 cuando el Departamento de Estado de Reagan “informó a nuestras embajadas en América Central que había estado estudiando maneras de restaurar una relación más estrecha de cooperación con Guatemala”, esto de acuerdo al documento “Situation Room Checklist” de la Casa Blanca con fecha 8 de abril de 1981.

El documento añadía: “[Departamento de] Estado cree que han ocurrido varios cambios que podrían hacer a los líderes guatemaltecos más receptivos a una nueva iniciativa de EEUU: los guatemaltecos ven a la nueva administración como más receptiva a sus problemas [y] ellos son menos sospechosos del rol de EEUU en El Salvador”, en donde la administración de Reagan estaba expandiendo el apoyo para otro infame régimen derechista que estaba asesinando a sus oponentes políticos, incluyendo al clero católico.

“[Departamento de] Estado ha concluido que cualquier intento de restablecer un dialogo requerirá inicialmente alguna muestra, sin condiciones, de nuestra buena voluntad. Sin embargo, esto no podría incluir ventas militares las cuales podrían suscitar fuertes críticas del público y del congreso. [Departamento de] Estado tendrá a su cargo poner en práctica una serie de medidas para fomentar la confianza, sin precondiciones, que minimicen los potenciales conflictos con la legislación existente” la que en ese entonces prohibía la asistencia militar a Guatemala a causa de su largo record de criminales violaciones a los derechos humanos.

La llamada “checklist”, (lista de verificación) añadía que el Departamento de Estado “había decidido además que la administración debería interaccionar con el gobierno de Guatemala al más alto nivel en un dialogo sobre nuestras relaciones bilaterales y las iniciativas que conjuntamente podemos tomar para mejorarlas. El secretario [de Estado Alexander] Haig ha designado  al [retirado] general Vernon Walters como su emisario personal para iniciar este proceso con el presidente [Fernando Romeo] Lucas [García].

“Si Lucas está preparado para dar garantías de que tomará las medidas para detener la intervención del gobierno en la matanza indiscriminada de oponentes políticos y de crear un clima que propicie un proceso electoral viable, los EEUU estarían preparados para aprobar inmediatamente algunas ventas militares”.

Pero la palabra clave en ese párrafo era “indiscriminada”. La administración de Reagan manifestó no tener problemas con la muerte de civiles si ellos eran considerados partidarios de la guerrilla quienes habían estado combatiendo contra los gobiernos oligarcas y generales del ejército del país  desde los años 1950, cuando la CIA organizó el derrocamiento del gobierno reformista de Guatemala presidido por el presidente Jacobo Árbenz.

Perdonar a los “no politizados”

La distinción fue dejada en claro en los Talking Points” (puntos a discutir) que Walters discutiría en una reunión cara a cara con Lucas y sus asesores de más alto rango.  De acuerdo a como habían sido editados dentro de la Casa Blanca en abril de1981 los Taking Points decían: “El presidente y el secretario Haig me han designado como [su] emisario personal para discutir relaciones bilaterales de una manera urgente.

“Ambos, el presidente y el secretario reconocen que su país está enfrentado en una guerra con las guerrillas marxistas. Estamos profundamente preocupados a cerca del apoyo externo que recibe la subversión marxista en Guatemala y en otros países de la región. Como ustedes se habrán enterado, nosotros ya hemos dado los pasos necesarios para asistir a Honduras y a El Salvador a resistir esta agresión.

“El secretario me ha enviado aquí para ver si podemos encontrar una manera de proveer asistencia material a su gobierno. … Nosotros hemos minimizado las declaraciones negativas hechas públicas por funcionarios de EEUU sobre la situación en Guatemala. … Hemos hecho arreglos con el Departamento de Comercio para que tome los pasos que permitirán la venta de camiones militares y jeeps por valor de $3 millones al ejército de Guatemala. …

“Con su concurrencia, nosotros proponemos proveerles a ustedes y a cualquiera de los oficiales que ustedes quieran designar un resumen de inteligencia sobre los acontecimientos regionales desde nuestra perspectiva. Nuestro deseo, sin embargo, es ir sustancialmente más allá de los pasos que acabo de delinear. Nosotros deseamos restablecer nuestra tradicional relación de suministro militar y entrenamiento tan pronto como sea posible. 

“Como ambos estamos conscientes, esto todavía no ha sido factible a causa de nuestros impedimentos políticos y legales relacionados con el uso por parte de algunos elementos de sus fuerzas de seguridad de la matanza deliberada e indiscriminada de personas no envueltas con las fuerzas de la guerrilla o de sus mecanismos de apoyo civil. No me estoy refiriendo aquí al lamentable aunque inevitable hecho de la muerte de inocentes a través del error en situaciones de combate, sino lo que parece ser para nosotros, es un calculado uso del terror para inmovilizar a las personas no politizadas o a potenciales oponentes. …

“Si usted me puede garantizar que usted tomará las medidas para detener el involucramiento oficial en la muerte de personas no envueltas con las fuerzas de la guerrilla o con su mecanismos de apoyo civil … nosotros estaremos en una posición mucho más fuerte para defender exitosamente ante el congreso la decisión  para comenzar a reanudar nuestra relación de suministro militar con su gobierno”.

En otras palabras, aunque los “talking points” fueron estructurados como una apelación para reducir la matanza “indiscriminada” de la “gente no politizada”, ellos equivalían a una aceptación de las tácticas de tierra arrasada en contra de la gente envuelta con la guerrilla y su “mecanismo de apoyo civil”. La manera como se desarrolló en Guatemala -al igual que en El Salvador- fue la masacre de campesinos en regiones consideradas afines a los insurgentes izquierdistas.

Los cables sobre las masacres

Como queda reflejado en los “Talking Points” y como también es confirmado por otros documentos de ese mismo periodo de tiempo, la administración de Reagan estaba muy al tanto de las masacres de civiles guatemaltecos ejecutadas por los militares del país.

De acuerdo a un cable “secreto” de abril de 1981 -y desclasificado en la década de los 90- la CIA confirmaba las masacres del gobierno de Guatemala en el momento en que Reagan estaba maniobrando para relajar la prohibición de la ayuda militar a Guatemala. En abril 17, 1981, un cable de la CIA describía una masacre del ejército en Cocob, cerca de Nebaj en el territorio indígena Ixil, porque se creía que la población apoyaba a los guerrilleros izquierdista.

Una fuente de la CIA reportó que “la población parecía apoyar totalmente a la guerrilla” y “los soldados fueron forzado a disparar a todo lo que se movía”. El cable de la CIA añadía que “las autoridades guatemaltecas admitieron que ‘muchos civiles’ habían muerto en Cocob, sin duda que muchos de ellos no eran combatientes”. (Muchos de los documentos sobre Guatemala que fueron desclasificados en la década de los 90 pueden ser encontrados en el website del National Security Archive)

En mayo de 1981, a pesar de estas continuas atrocidades, Reagan despachó a Walters a Guatemala para que les hiciera ver a los líderes guatemaltecos que la nueva administración del gobierno de los Estados Unidos deseaba levantar el embargo militar que el ex presidente Jimmy Carter y el congreso habían impuesto a causa de las violaciones a los derechos humanos.

En esencia, Walters les estaba dando luz verde al gobierno de Guatemala para que continuara con la práctica de asesinar guerrilleros y civiles que colaboraban con ellos, era una estrategia contrainsurgente practicada durante uno de los momentos más oscuros de la guerra en Vietnam, siendo la masacre de My Lai uno de esos infames incidentes.

Los “Talking Points” también pusieron a la administración de Reagan en correspondencia con las feroces políticas anticomunistas de los regímenes militares en otras partes de América Latina, donde los derechistas “escuadrones de la muerte” operaban con total impunidad, liquidando  no solo a la insurgencia armada, sino además, a aquellos civiles a quienes se les consideraba simpatizantes de las causas de izquierda, como, demandar mayor igualdad económica y justicia social.

En los años 1970, Argentina, Brasil y otros países sudamericanos se aliaron en un programa de asesinatos que cruzaba las fronteras, persiguiendo a líderes izquierdistas y otros oponentes políticos alrededor del mundo, inclusive en los propios Estados Unidos.

Esta ola de asesinatos, llamada “Operación Cóndor”, llegó a Washington D.C. el 21 de septiembre de 1976, cuando elementos de la inteligencia chilena explotaron un carro bomba, matando al antiguo ministro de Relaciones Exteriores, Orlando Letelier y a su ayudante norteamericana Ronni Moffit cuando se desplazaban en coche por la Massachusetts Avenue en un área conocida como Embassy Row.

La falsa historia del complot original para el asesinato se había urdido en una reunión en los cuarteles de la CIA con Vernon Walters, quien fungía como director adjunto bajo el Director de la CIA, George H.W. Bush. Walters había servido además  como agregado militar en Brasil en el momento del golpe militar derechista en 1964.

Reagan acudió nuevamente a Walters para servir como embajador plenipotenciario. Uno de sus papeles claves fue la coordinación con los gobiernos derechistas de toda Latinoamérica en la escalada bélica contra las insurgencias izquierdistas.

Carnicería de la derecha

A pesar de su estilo sencillo y sin pretensiones, Reagan encontraba virtualmente justificada cada acción anticomunista, sin importar cuan brutal fuera. De su periodo de ocho años en la Casa Blanca no existe ninguna indicación histórica de que él se sintiera moralmente afectado por el baño de sangre, inclusive el genocidio que ocurría en Centro América mientras él enviaba millones de dólares en ayuda militar a las fuerzas implicadas…



Traducido del inglés por Marvin Najarro









 Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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