miércoles, 30 de enero de 2013

UN PROTEGIDO DE LOS EEUU...



Ríos Montt, en ese momento, era el conductor del show quien contaba con la ayuda de su gabinete del cual dos tercios -como el mismo dictador- habían estudiado en la SOA (Escuela de las Américas). Estos fueron los hombres que desataron la “Operación Sofía” sobre las comunidades mayas: documentos en el sitio web del National Security Archives demuestran que altos rangos en el gobierno de Guatemala estuvieron envueltos en su planeamiento y dirección.



UN PROTEGIDO DE LOS EEUU
FORZADO A ENFRENTAR EL PASADO


Por Nick Alexandrov

Efraín Ríos Montt, el antiguo dictador de Guatemala puede que todavía tenga que enfrentar las consecuencias de sus acciones. El pasado lunes el juez Miguel Ángel Gálvez anunció que ambos Ríos Montt, de 86 años, y el también ex general  José Mauricio Rodríguez Sánchez, tendrán que “ir a juicio bajo cargos de genocidio y crímenes contra la humanidad”, escribió  Elisabeth Malking en el New York Times. De acuerdo con los estándares del Times, el artículo deja unas cuantas cosas sin mencionar, entre ellas, el hecho de que Ríos Montt completó un curso de adiestramiento  en la Escuela de las Américas (SOA) tres décadas antes de tomar el poder. La escuela es ahora conocida con el nombre  de Western Hemisphere Institute for Security Cooperation o WHINSEC, pero de acuerdo al testimonio de uno de sus antiguos instructores, “aparte del nombre no hay cambios sustantivos”. Los catorce meses de gobierno dictatorial del antiguo general fueron brutales, aun para los estándares que la SOA ha establecido para sus graduados: De acuerdo a Amnistía Internacional “se estima que 70,000 civiles desarmados fueron muertos o desaparecidos, cientos de miles fueron desplazados internamente. La “Operación Sofía” del general fue “dirigida a masacrar a miles de campesinos indígenas”, explica el sitio web del National Security Archives –y fue del todo exitosa, dado las 600 aldeas mayas que fueron destruidas.

EL National Security Archives esta residenciado en la Universidad George Washington, que vale la pena tener en mente. El hecho que una prominente universidad pueda llevar el nombre del hombre que los Iroquois apodaban el “Destructor de Pueblos” en los años 1770 dice mucho a cerca de la cultura intelectual prevaleciente en este país y de su sentido de la historia. El jefe Seneca, Cornplanter, explicó que, siempre que el alguien mencionaba el nombre los Padres de la Patria, “nuestras mujeres volteaban  hacia atrás la mirada y se ponían pálidas y nuestros niños se colgaban al cuello de sus madres”. A este respecto, Washington fue apenas un innovador y similar al hombre que, siglos más temprano, “se lanzó por todo el territorio, atacando las masas congregadas de nativos enfermos y desarmados y masacrándolos por miles”. Ese hombre fue Colóy su desenfrenada orgia asesina por el territorio de la Hispaniola en marzo de 1495 es descrita por el historiador David Stannard. Ríos Montt ha sido un valioso heredero de este barbarismo occidental.

Y sus políticas estaban de acuerdo con las metas de Washington para la región. Cuando la Segunda Guerra Mundial estaba llegando a su fin, los estrategas del Departamento de Estado de los EEUU escribieron sobre el “problema”, como ellos lo miraban, con “las otras repúblicas de América”, las cuales estaban “manifestando un fuerte espíritu independentista y una ardorosa insistencia por una soberanía completa”. Esto era una molestia que presentaba dificultades para los esfuerzos de Washington de asegurar derechos a “largo plazo para el uso…de ciertas bases navales y aéreas”, y su deseo “por mantener las economías” de las naciones de América Latina en concordancia con sus principios –“del todo alejadas de la equidad, esto es para el propio interés de los Estados Unidos” así lo enfatizaban los estrategas de Washington.

Estas declaraciones  aparecen en documentos de 1943-45, indicando que el consiguiente apoyo de Washington a las dictaduras tenía poco que ver con “el clima de la Guerra Fría”, deformando lo que de otra manera eran las buenas intenciones de los oficiales de EEUU. Desde la perspectiva de estos hombres, Guatemala, al aproximarse el final de la segunda guerra mundial entró en una década de crisis prolongada. En 1994, una revuelta popular depuso a Jorge Ubico, el dictador al que Washington apoyaba. Su sucesor, Juan José Arévalo quien ganó abrumadoramente las elecciones para presidente celebradas ese diciembre, empezó un proceso democratizador en el país. En 1951, los votantes eligieron a Jacobo Árbenz, cuya Ley de Reforma Agraria, era parte de una estrategia para limitar el poder de las grandes corporaciones. Bajo Ubico, explica Susanne Jones, el gobierno estuvo “activo…protegiendo y subsidiando (pero nunca regulando o restringiendo) a la empresa privada”, además, mientras reprimía a la mayoría de la población y mantenía pobres, aterrorizados y atomizados a los trabajadores, las altas ganancias de las empresas continuaban.

Pero en definitiva fue el “cada vez más fuerte espíritu independentista” de los guatemaltecos bajo Árbenz, más que ninguna política específica que limitaba, digamos, la capacidad de la United Fruit Company para operar, lo que llevó a su caída en un golpe de Estado orquestado por la CIA en 1954. Ese derrocamiento, no sin dificultades, fue uno de los intentos más tempranos de la CIA: un oficial, como lo reveló el antiguo historiador miembro de la CIA, Nick Cullather, “arengó a sus descorazonadas tropas con el recordatorio de que la moral de los Nazis en el invierno de 1932, justo antes de la toma del poder en la primavera de 1933, se encontraba en su punto más bajo”. Al quedar Árbenz fuera de la escena, el gobierno de Guatemala empezó a actuar bajo las instrucciones de la embajada de los Estados Unidos, persiguiendo y torturando a miles de supuestos subversivos en un esfuerzo por someter de nuevo a la población por medio del terror. Bajo estas condiciones, el público poco podía hacer para protestar, digamos, el Código del Petróleo, en 1955, el cual según Jones, fue escrito en inglés y como una “medida obsequiosa” hacia las compañías extranjeras.

En 1960 y de acuerdo con las disposiciones de Washington se dio una restructuración de las fuerzas de seguridad, se aumentó al doble el tamaño del ejército y se creó la Policía Militar Móvil, expandiendo el alcance del Estado dentro de las comunidades rurales. Estos cambios coincidieron con el entrenamiento de unidades contrainsurgencia por los EEUU, tanto en la escuela de las Américas, como en el país, tal y como quedó demostrado cuando el coronel John D. Webber viajó a Guatemala en 1966 para supervisar la instrucción de los nuevos escuadrones. Al contrario y a pesar de la retórica oficial, la represión del gobierno era “totalmente desproporcionada en relación a la fuerza de la insurgencia”, de acuerdo a los autores del reporte de 1999 de la Comisión del Esclarecimiento Histórico apoyada por la ONU –en términos simples, fue terror de Estado, debido a lo cual quizás unas 8,000 personas terminaron pagando el precio entre 1966 y 1968. Pero las cosas no estaban del todo mal. En 1962, un reporte del Chase Manhattan Bank hacía referencia al “clima más favorable para los negocios” de la era post Árbenz, en la que sus autores tenían confianza que los negocios “empezarían a repuntar”.

Los esfuerzos para aplastar hasta el menor indicio de políticas progresistas se intensificaron en los años que siguieron  y continuaron con ferocidad absoluta en los años 1980. El periodo entre 1981-1983 fue en el que  “agentes del Estado de Guatemala, dentro del marco de las operaciones de contrainsurgencia –desarrollado con la ayuda de Washington, que no debe ser sobreestimado- “cometieron actos de genocidio contra grupos de pobladores mayas”, de acuerdo con la Comisión de la Verdad de 1999. Ríos Montt, en ese momento, era el conductor del show quien contaba con la ayuda de su gabinete del cual dos tercios -como el mismo dictador- habían estudiado en la SOA (Escuela de las Américas). Estos fueron los hombres que desataron la “Operación Sofía” sobre las comunidades mayas: documentos en el sitio web del National Security Archives demuestran que altos rangos en el gobierno de Guatemala estuvieron envueltos en su planeamiento y dirección.

Otro reporte de los derechos humanos, compilado por la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado, le da sentido a lo que un “clima más favorable para los negocios” se refiere. Un testimonio recuerda “los cadáveres quemados, mujeres empaladas y enterradas como si fueran animales listas para ser asadas, y niños masacrados y mutilados con machetes”. Un segundo testimonio  describió como los soldados ataron a una familia dentro de una casa y luego le prendieron fuego, un niño de dos años de edad se encontraba entre los que murieron quemados.  Otro relata como una mujer preñada “en su octavo mes” se encontró cara a cara con las fuerzas contrainsurgentes: “ellos le cortaron el vientre y le sacaron al pequeño y lo lanzaron alrededor como a una pelota”. Y en 1980, después de dispararle a una mujer impedida, un grupo de soldados, “dejaron sus mochilas y la arrastraron como a un perro hacia la rivera del rio. Ellos la violaron y la mataron”.

Estos son solo cuatro ejemplos de miles y parte de una política más extensa de brutalizarían por la cual, en particular, el ministro de Defensa, Héctor Gramajo Morales, carga con gran responsabilidad. Oficiales de los Estados Unidos le rindieron honores por sus esfuerzos en la ceremonia de graduación de 1991 en la Escuela de las Américas en Fort Bening, GA, después de la cual la Harvard’s John F. Kennedy School of Government lo premio con la beca de estudios Mason. Samantha Power, cuyo trabajo ganador del Premio Pulitzer, “A Problem from Hell” nunca menciona a Guatemala, enseñó en la Kennedy School antes de que Obama la seleccionara para su Consejo de Seguridad Nacional, confirmando el estatus de Harvard como refugio seguro para aquellos que contribuyen a la causa de negar el genocidio en Guatemala. Pero en las arenas civilizadas, parece muy difícil librarse de acusaciones de haber supervisado la matanza de miles -una de las tantas razones del por qué se le debe poner toda la atención al desarrollo del  juicio a Rios Montt.




Traducido del inglés por Marvin Najarro









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El mejor presidente que ha tenido Guatemala ha sido Rios Mont. Un extranjero no tiene derecho a opinar!

Marvin Najarro dijo...

Este es un espacio de libre opinion, sin discriminacion de ninguna clase. El hecho de que usted estimdo anonimo pueda opinar sin ser sensurado es una muestra de nuestro compromiso con ese sagrado cocepto de la "libertad de opnion". Siga opinando.

Nick Alexandrov dijo...

No tengo derecho a criticar mi gobierno? Gracias por la traduccion, Marvin!