miércoles, 10 de octubre de 2012

UN HOMBRE SIN BALANCE…





“Se han dado cuenta, por ejemplo, de que los tiranos más refinados y sanguinarios, comparados con quienes los Atila y los Stenka Razins equivalen a simples niños de coro, son a menudos exquisitamente civilizados. En realidad, si no resultan tan notables es porque hay demasiados de ellos, y porque se nos han vuelto demasiado familiares. La civilización ha hecho al hombre, si no siempre más sediento de sangre por lo menos más furioso, más horriblemente sanguinario. En el pasado se veía justicia en el derramamiento de sangre, y se mataba, sin mayores remordimientos de conciencia, a aquellos a quienes se consideraba necesario matar. Hoy, aunque consideramos espantoso derramar sangre, seguimos haciéndolo, y en escala mucho mayor que nunca antes. ¿Cuál es más peor? Decidan por ustedes mismos”. Memorias del hombre del subsuelo, Dostoievski







UN HOMBRE SIN BALANCE:
NO ES EL CANCILLER CADEJO,
ES EL CANCILLER BURRO
















Por Luciano Castro Barillas

Esa obra dramática de Manuel Galich se intituló con el nombre del mítico animalito de la tradición oral guatemalteca, protector de ebrios, de trotecito equino, olor a espino blanco y de maléficos designios provenientes del mundo del arcano cuando, siendo objeto de malos tratos por un beodo desatinado; se vengaba de la ingratitud al lamerle la boca cuando éste dormía, dejándole en los labios una guedeja de pelos y babas. Sin embargo, en los tiempos del neoliberalismo decrépito, los guatemaltecos nos asomamos al caso de un canciller burro, según se destaca en las redes sociales. Expresión chocante -si se quiere- aunque no alejada de la realidad, que le hizo perder el balance al canciller guatemalteco, doctor Harold Caballeros, quien contestó poco menos que enfadado en los mismos términos. Uno se pregunta ¿cómo puede detentar el más alto cargo diplomático una persona totalmente carente de balance que sucumbe ante la menor provocación? ¿Imagínese usted si en las manos de este canciller estuviera el botón atómico? Si se apela a su condición de cristiano evangélico su actitud es todavía más incomprensible pues la muerte violenta de un solo ser humano es un hecho repudiable y conmovedor, no una fría estadística criminal al afirmar sin desparpajo y mucha estolidez que “no era para tanto lo de los ocho muertos, pues en Guatemala morían diariamente el doble”. Una justificación al desaguisado gubernamental que lamentablemente no pasa por el buen uso del discernimiento de una persona con amplia formación académica   -posee tres doctorados-  y que confirma el viejo refrán popular que “letra no quita tontera”.

Ahora bien, lo de las personas fallecidas en la manifestación, cuyos pormenores no se han explicado debidamente, de alguna manera nos trae al pasado represivo de las dictaduras militares y alecciona a las personas muy inclinadas en proveer protagonismo a los militares en las instancias civiles que eso no es recomendable. ¿Se involucra al ejército en tareas de seguridad porque no hay capacidad presupuestaria de parte del Estado de crear más plazas de policías? ¿O se hace por una oculta fascinación fascista? Por el lado de los manifestantes ¿quién o quiénes fueron los de la imprudencia de intentar desarmar a los militares? ¿Es eso exactamente así? En ninguna parte del mundo una fuerza de seguridad  -sea de un Estado fascista o democrático-  puede permitir ser desarmada. Un soldado o un guerrillero que permite ser despojado de su arma de reglamento no vale nada. Y conste, no se defiende en este caso a los militares guatemaltecos a quien les sobra un pasado bochornoso: trato de explicar el sentido de fuerza con el uso de las armas de cualquier ejército o policiía del mundo. ¿O vamos a ver como correcto a los contrabandistas que hace como un mes desarmaron a los policías y negociaron la liberación de los agentes del orden público por un camión de huevos? Definitivamente eso no deber ser así. Debe darse una investigación profesional para saber la verdad de los hechos y castigar severamente a los responsables si hubo una extralimitación en sus funciones. Posibilitar el diálogo franco y directo y mandar al diablo las llevadas y traídas mesas de diálogo, donde solo se toman acuerdos ficticios, falaces y contraproducente a la paz, la democracia y a las ingentes necesidades de los sectores populares de este país.









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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