domingo, 8 de julio de 2012

LA EXTRAÑA DIRIGENCIA…




INTRODUCCIÓN


Las grandes faenas sindicales de otras épocas en que hombres como Víctor Manuel Gutiérrez y Antonio Ovando Sánchez, quienes con enormes dosis de valor y coraje, pero sobre todos respondiendo a ese ideal profundo de plena libertad y democracia que hacía de la lucha organizada y consecuente la única vía para la solución de los grandes problemas de la clase trabajadora guatemalteca, lamentablemente, son ahora nada más retazos de la historia que los dirigentes de la clase trabajadora de hoy en día, quizás, ni por asomo, se dignan recordar; mucho menos emular. Gutiérrez y Ovando Sánchez, hombres honestos y luchadores, comprometidos en carne y hueso con los derechos y el bienestar de la clase obrera guatemalteca, ambos pagaron con sus vidas, cayendo víctimas de las opresivas dictaduras militares.
            Víctor Manuel Gutiérrez.

A continuación y por considerarlo pertinente citaré algunos pasajes del libro, “Memorias, la historia del movimiento obrero”, de Antonio Ovando Sánchez.

(…) Redactamos un programa de lucha en el que predominaba la capacitación de los obreros y trabajadores para que ya preparados fueran ocupando los puestos de dirección de los sindicatos y llegar, luego, a la dirección de la CTG. De esa reunión surgió el acuerdo de fundar la Escuela CLARIDAD. (…) Nuestra escuela logro tener VOZ Y VOTO en las deliberaciones, lo que prueba la confianza que los trabajadores tenían en la escuela CLARIDAD. Las puntas de lanza de la reacción y el oportunismo al sentirse desplazadas de lo que creyeron su reducto, iniciaron una furiosa campaña de difamación aplicándonos el mote de comunistas… (…) y que al Doctor Arévalo, ya Presidente, le pareció suficiente para firmar en junta de ministros el Decreto de desolución de la Escuela CLARIDAD. ¡Se dio el caso, quizás único en la historia, de un maestro cerrando una escuela! (…) Corría el año 46. Para entonces estaba organizado el Sindicato de los Trabajadores de la Educación de Guatemala (STEG), con filiales en toda la República, lo que hacía de él un organismo respetable que decidió afiliarse a la CGT… (…) El jovencito era Víctor Manuel Gutiérrez, ejemplo vivo de honestidad, capacidad  y una jamás desmentida fidelidad a la clase obrera y campesina durante su corta pero fructífera vida. Los trabajadores de la ciudad y el campo pusieron en él toda su fe y su confianza convirtiéndolo en su dirigente nacional al elevarlo a la Secretaria General de la Confederación General de Trabajadores de Guatemala (CGTG)… (…) culminando su brillante trayectoria en el ámbito mundial al integrar el secretariado de la Federación Sindical Mundial (FSM. (…) Los trabajadores no lo han olvidado ni lo olvidarán, expresándolo el día en el que públicamente puedan rendir tributo de admiración a los que como él, supieron darlo todo, incluso su vida, por la causa de redención de los obreros y de los campesinos. Marvin Najarro.








LA EXTRAÑA DIRIGENCIA SINDICAL

DEL MAGISTERIO GUATEMALTECO

El abogado del magisterio junto al dirigente Joviel Acevedo. Foto de Archivo: Surizar/Noticias.com.gt
                        Joviel Acevedo 


Por Luciano Castro Barillas


Los tiempos posmodernos, del neoliberalismo en bancarrota y las tecnologías omnipresentes y omnipotentes, de los medios masivos de comunicación insidiosos y la generación de periodistas de la interrogación capciosa, ha dado frutos aberrantes, auténtico esperpentos de la otrora digna oposición sindical que cuestionaba seriamente el sistema y donde el colaboracionismo con el sector patronal no era parte de su plataforma de lucha, ni de sus principios de organización, ni de su visión para la construcción de una sociedad mejor, más justa e incluyente, pero sobre todo, la organización sindical de 20 años atrás disponía de más claridad sobre el sentido real de lo que debe ser la organización de los trabajadores, en lo fundamental un asunto doctrinario vital para no perderse: la lucha irreconciliable entre el capital y el trabajo. La lucha por distribuir mejor la riqueza en los centros de producción que transforman la materia primaria en bienes y servicios de utilidad para la vida humana. Este proceso de creación de riqueza y vida solo es posible con la combinación de todos los factores de producción para hacer posible el fenómeno de la economía, de la riqueza; resultado de la conjugación de todas las fuerzas sociales de producción y no solo del dinero. Empresarios son todos aquellos que producen y dan lo que pueden hacer. El capitalista el capital y el obrero la fuerza de trabajo, su creatividad, responsabilidad, puntualidad y pericia para crear la calidad de lo que produce. Porque crear mediocridades es no crear nada. No se debe ser trabajador patoso sino diligente, esmerado y responsable.

Y si hay en la práctica esa compenetración de clase y del trabajo, no puede entenderse adecuadamente que las dirigencias sindicales actualmente en Guatemala sean, precisamente, lo que no den el mejor ejemplo como trabajadores. Ningún referente de la seriedad y la abnegación laboral. No son los dirigentes sindicales posmodernos el arquetipo Stájanov, el modelo del trabajador soviético, el héroe de la producción minera en esos años del socialismo. Acá los dirigentes sindicales son los más holgazanes, los peores trabajadores, eso sí, con mucha habilidad retórica para babosearse a la infinidad de maestros sin formación política, a los que convocan y movilizan alrededor de reivindicaciones estrictamente economicistas. Aún así, el magisterio nacional guatemalteco es incapaz de organizarse, porque realmente no hay organización. Actúan instintivamente, espontáneamente, en sincronía con la coyuntura, pues los grandes ideales de posicionarse como una fracción de clase (pues son capas intermedias de la sociedad en sus niveles de capa media media y media baja) es de difícil realización ya que esas ideas de clase no pueden fusionarse, anclarse o internalizarse en un grupo de personas que no pueden ver más allá de sus intereses gremialistas. La culpa de esa corta visión sectaria ¿quién la tiene? Pues sus dirigentes, para el caso del magisterio el distópico dirigente magisterial, Joviel Acevedo, proverbial por su testarudez e intransigencia,  que se ha sostenido en el cargo de Secretario General del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala, STEG, gracias a la ignorancia y falta de compromiso consciente y activo del 99% de los maestros que han permitido una y otra vez su reelección, siguiendo las rancias tradiciones reaccionarias de repetirse, como el rábano, en los cargos. Los principios son principios y en una democracia burguesa, que es en donde actúa el señor Joviel Acevedo (que no fue el caso de Fidel ni lo es ahora el de Chávez) las reelecciones son reveladoras de una vocación antidemocrática, individualista y personalista. Este señor ha llegado creer que sin su presencia el magisterio no puede tomar el rumbo adecuado, a lo que ha contribuido, repito, la precariedad formativa de los maestros y la falta de real compromiso con su gremio. De allí que situados en esa realidad, no es que Joviel sea el gran dirigente, lo que pasa que en ese cúmulo de mediocridad él es un poco menos.

Del otrora proyecto revolucionario que fue la constitución en 1986 del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala, en su segunda época  -pues el primer STEG fue fundado por Víctor Manuel Gutiérrez- va quedando realmente poco. Ahora no pasa de ser un sindicato fastidioso que mantiene su poder de convocatoria por los ofrecimientos de incrementos de sueldo para los maestros, que lo necesitan, no cabe la menor duda, aunque en ocasiones inmerecido por el pésimo trabajo que en ocasiones se desempeña. Hay excepciones, claro está. Pero son eso: excepciones. Sin embargo, los casos patéticos de la insolidaridad magisterial es la actitud de los maestros que no se involucran en la lucha gremial (para no ir muy lejos, los maestros del municipio de El Progreso, Jutiapa) y solo parasitaria y cínicamente están a la espera de los resultados de los movimientos de huelga, como enemigos de sus propios compañeros, de allí que es inútil a estas alturas históricas hablar de unidad magisterial. ¿Cuál unidad? Si son incapaces de estar unidos siquiera en el almuerzo anual, donde los grupúsculos de intereses o de centros escolares hacen corro por aquí o por allá. No existe la unidad, pues, pero ni a la hora de comer, mucho menos habrá para causas más trascendentes. Hubo convivios en el pasado donde el cariño era tanto entre los maestros, que luego del almuerzo, terminaban reventándose las sillas en la cabeza o propinándose contundentes puñetazos, quizá como expresión de esa rara unidad gremial y cinismo del dictador guatemalteco que enseñó a los guatemaltecos aquella vieja actitud: “Quien te quiere, te aporrea”.

En fin, la organización magisterial necesita renovarse. Organizarse de verdad. Dejar de ser una organización acomodaticia como lo fue el STEG con el gobierno de Álvaro Colom o el colaboracionismo que exhibe ahora Joviel Acevedo, con respeto a la ampliación del tiempo de estudio de la carrera magisterial.[1] Ningún gobernante hace un favor a los trabajadores. Es su obligación servir a los ciudadanos y atender sus necesidades. Como tampoco es recomendable que ningún dirigente se perpetúe en los cargos. Si el señor Joviel Acevedo quiere seguir dando línea, orientación, al sindicato que según él se cae sin su presencia; está allí dentro de la organización sindical una forma organizativa para seguir incidiendo: su comité consultivo, donde se supone la experiencia y las líneas maestras se pueden dar para que las ponga en práctica el Comité Ejecutivo del sindicato. ¿De acuerdo? Pero este señor, para bien del magisterio, ya debe retirarse. Él es ya parte de la despreciable aristocracia sindical (o aristocracia obrera) que gana y come bien y de paso vive el delirium tremens de imaginarias persecuciones para contar con escolta sindical que más que protegerlo de otros debiera protegerlo de él mismo, por los rasgos psicóticos de su personalidad. ¿Quién tendría interés en matarlo? O destruir a una organización gigante que tiene los pies de barro y que con dificultades se moviliza para mejorar sus propios sueldos. Para una lucha social y política está totalmente incapacitado el magisterio guatemalteco, porque no tiene conciencia de clase y carece de organización real. Sólo logró hacerlo en las jornadas de lucha de 1944 y donde muriera María Chinchilla. Por eso el magisterio nacional da mucho callo a las autoridades de turno con las huelgas, pero de eso no se pasa. No son ni serán jamás una fuerza revolucionaria para que anden vilipendiando la figura del Che Guevara en sus manifestaciones. Y citaré un solo ejemplo: en los mejores momentos de la guerra interna, el Ejército Guerrillero de los Pobres, el EGP, la más grandes organización guerrillera guatemalteca, tenía en sus filas insurgentes a un solo maestro.  De esos que andan con gorras, pancartas, sombreros y listones haciendo la revolución por rato, no queda uno a la hora de rajar ocote.

El STEG debe retomar su sentido de clase, que para eso fue constituido. Pero si no se puede hay que buscarle otro nombre para no seguir mancillando sus compromisos históricos y su pasado. El STEG no puede ni deber ser un sindicato colaboracionista sino de verdadera oposición. Pero desde hace 20 años anda a la deriva, por sus dirigentes carecen de lo fundamental en la dirección y conducción de las causas del pueblo: formación política de clase y claridad.


[1] Para ampliar la información en este sentido puede leer el artículo del mismo autor intitulado Razones y sinrazones del movimiento normalista del Guatemala. http://lacunadelsol-indigo.blogspot.com/2012/07/razones-y-sinrazones.html










Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.

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