lunes, 5 de marzo de 2012

LA DESPENALIZACIÓN DE LA DROGA NO ES ASUNTO IDEOLÓGICO, POR EL MOMENTO




Por Luciano Castro Barillas



Guatemala afronta una seria crisis de seguridad pública. Por cualquier carretera o autopista  de sus ciudades o senderos rurales se ciernen temores y acechanzas de una morralla de rufianes, a cuales más despiadados. No solo se saltea, ahora se complementa la acción ilícita también con matar. De allí la razón del éxito electoral de una propuesta que ofreció “mano dura” contra criminales y corruptos, en una sociedad que vive diariamente con los nervios crispados y displicente a la vista de los cadáveres que se encuentran por doquier. Contra los corruptos del régimen anterior se han dado pasos concretos, porque el robo fue desmedido y descarado y no están mal realmente esas acciones urgidas de castigo, dado los altos índices de impunidad para los equipos de gobiernos sustituidos, el inmediato, como el de allá y acullá. La persecución penal también puede ser resultado de vindictas personales porque estas personas de derecha no son amplias y tengan probables ojerizas contra unos funcionarios politiqueros autoproclamados “socialdemócratas” y que al final no marcaron ninguna diferencia ni con el gobierno de Berger ni Portillo. Todos cupieron muy bien acomodados en el mismo costal. Los tres, al hacer el balance,  compiten por ocupar los primeros lugares en actos de latrocinio contra los bienes de los guatemaltecos. Lo que sí hizo de efectivo el izquierdismo de la UNE y los oportunistas “populares” que allí se enquistaron (Pablo Monsanto, Arnoldo Noriega, Orlando Blanco, etc.) fue apagar el último aliento de credibilidad que muchas personas tenían por los auténticos demócratas y revolucionarios. En el momento actual mucho gente asocia al gobierno “izquierdista” de la UNE con fracaso, desgobierno y robo generalizado.  ¿Cómo desarrollar iniciativas de confianza política, de reconstrucción de la confiabilidad con este lastre heredado por la UNE? ¿Cómo no iba a triunfar la derecha representada por el Partido Patriota si los seudo izquierdistas se zurraron sin paliativos? El triunfo se les sirvió en bandeja y el resultado concreto para las fuerzas progresistas fue el angustiante 2.5%, que refleja el languidecimiento de una alternativa política que en su mejor momento tenía un alto prestigio, respeto y se creía en ella. Lo que va quedando es realmente poco y no cabe la menor duda que la historia, la razón, la justicia, la verdad y el progreso social han estado y estarán siempre representadas por las fuerzas de la izquierda revolucionaria, pero por el momento todo luce cuesta arriba. Y no hay pérdida de perspectiva. Los que van quedando tienen claridad y  firmeza pero los acaba la pobreza. La lucha por subsistir, la presión de los hijos, la carencia de casa, las enfermedades sin atender y, en fin, tantas carencias que la militancia  -que implica renunciación y sacrificio-  se está desestructurando. “El hambre es canija –dice una canción ranchera mexicana-  y más canijo el que la aguanta”. Las fuerzas revolucionarias guatemaltecas y su legítima expresión que es URNG no sobrevivirán sin el apoyo de sus aliados internacionales de clase, porque es un partido político de los sectores humildes, pobres, que en el actual momento de crisis económica luchan por salvar su comida y hacen malabares, auténticos milagros, con los pocos centavos de sus raquíticos ingresos para llegar al fin de mes. Ningún proyecto revolucionario  -ni de derecha-  puede impulsarse sin dinero, aunque las valoraciones sobre el circulante, claro, son distintas.

Dentro de ese contexto de hambre hay que sumarle la violencia, que se ceba con los sectores populares. La delincuencia no secuestra a los ricos, ellos disponen de sofisticados mecanismos de seguridad para mantenerse a salvo. En las aldeas se está secuestrando a los pobres, por tres o cinco mil quetzales. De allí que se profundiza, por esa razón, la necesidad de seguridad y es allí, precisamente, en ese punto, donde se articula aún más la política de mano dura. “Es que los narcotraficantes son los guerrilleros”, afirman cientos de personas desinformadas en el área rural y también en las ciudades. Y con un galimatías así, atroz en la cabeza, y con esa estandarización descabellada ¿cómo se puede avanzar? ¿Qué puede hacerse con semejantes aseveraciones para sacar adelante un proyecto revolucionario con el menudo favor que nos hizo la UNE, endosándonos su desprestigio? Y no quieren o no pueden ver los portadores de estas opiniones que jamás ha salido en los medios de comunicación un guerrillero capturado por asaltante o narcotraficante. Hay sí, de manera recurrente,  kaibiles que entrenan y son comandantes zetas y narcomilitares.  Por eso considero importante, en lo personal, la despenalización de la droga, para quitarnos, por ejemplo, esos endosos inmerecidos. Porque la magnitud del problema en Guatemala no lo tiene El Salvador o Nicaragua, por ejemplo. Y porque también es asunto de dignidad nacional, sea quien fuere el presidente que lo hubiese propuesto (de izquierda o derecha) el dialogar sobre este asunto. Lo ofensivo aquí es la actitud de los Estados Unidos, que no tienen ningún derecho a ponernos ¡sho!. Llevar la discusión y el análisis  de la despenalización de la droga no es asunto ideológico, es asunto de seguridad y  salud pública y eso, indudablemente, le da prestigio político al actual gobierno de derecha, guste o no a las fuerzas democráticas. Podrían estas fuerzas conservadoras, a futuro, capitalizar ese prestigio y consolidar como línea política fundamental, estratégica, sus propuestas políticas e ideológicas actualmente en desarrollo. En transitividad, diría el educador brasileño Paulo Freire. Ese quizá sea su objetivo final: darle continuidad a su gobierno y consolidar una modelo de desarrollo capitalista con un poco de más racionalidad. Para eso está López Bonilla y Pérez Molina al frente de la fuerza de tarea política.

De todas estas acciones administrativas pueden desencadenarse muchas cosas políticas: militarización de la sociedad, por ejemplo, en el caso de la obvia protección a la cementera que está causando daño ambiental en San Pedro Sacatepéquez, lugar donde coincide perfectamente el Diablo con el Demonio, por los altos índices de criminalidad común y la conflictividad comunitaria resultado de la poca observación de las encuestas comunitarias por los sucesivos gobiernos de derecha, y éste, por supuesto, no será la excepción. Pero hay una razón que se viene arrastrando de dos gobiernos hacia atrás. La Policía Nacional Civil es un ente con cero credibilidad ante la población, totalmente infiltrada por el crimen organizado (el martes 1 de marzo fueron apresados 9 policías entre comisarios, subcomisarios y agentes por robar pipas de gasolina)  y las personas tienen una mejor percepción de seguridad si ven a los militares. Es lo paradójico de este país. Los responsables de la represión y son vistos con buenos ojos por amplios sectores de la población ante el terror de las maras. ¿O se inventa eso el comentarista? No debiera, pues, el ejército salir a hacer funciones de policía en un Estado y sociedad verdaderamente democrática. Lo que sucede es que Guatemala vive desde hace 25 años un proceso de apertura política que nunca acaba, y por lo tanto la democracia real nunca llega. Guatemala tiene problemas acuciantes, apremiantes: el desempleo, la salud, la educación, la vivienda,  el saqueo minero, la evasión por parte de los ricos de sus responsabilidades fiscales y la irresponsabilidad e inconsecuencia de muchos trabajadores organizados que creen que la legislación laboral es para tutelar pendejadas, si no vea el caso del sindicato del Registro de la Propiedad de Inmueble donde circula la versión desde hace varias años del robo de propiedades. ¿No es nadie de fuera, supongo, sino del interior de esa institución? Toda persona que maneja dineros públicos está obligada a rendir  cuenteas. Y eso lo compartimos personas de izquierda revolucionaria o de derecha recalcitrante con un buen margen de honradez.

Despenalizar la droga es importante, para que el problema lo absorban en realidad los consumidores (los Estados Unidos), que es a quien justamente les corresponde. Yo no tengo prejuicios, ni soy incondicional, ni busco puesto en la administración pública, ni cargo en partido político alguno, tampoco pretendo quedar bien con el partido Patriota, ni soy subordinado de nadie, ni manejo agendas ocultas. Opino con sinceridad y de acuerdo a mis particulares niveles de apreciación de la realidad. Puede que me equivoque, pero yo no soy una persona catódica, como el perro del hortelano; que ni come ni deja comer. El Salvador defiende sus intereses sociales y económicos  (los TPS y las remesas) y no afloraron los principios de dignidad nacional cuando los Estados Unidos le pusieron ¡sho! a Mauricio Funes junto al FMLN. “Porque el FMLN desarrolla un proyecto estratégico…”,  dijo un amigo. Sinceramente, no lo creo. Fueron incapaces de estar siquiera en el ALBA, mucho menos de hacer un trabajo de mayor trascendencia política. Guatemala, pienso, tiene que defender sus intereses nacionales. Y por el momento nuestros intereses nacionales son luchar contra las mineras, por el castigo a los genocidas, por disminuir los niveles de violencia, por elevar la tributación para los sectores tradicionalmente evasores. Con sinceridad lo digo, no me agradan los gobiernos dirigidos por militares, porque es un retroceso en la mentalidad ciudadana y porque apuntala las peores expresiones de la ideología reaccionaria; pero no tenemos más que eso, repito, por el momento. Tiempos vendrán mejores para las fuerzas democráticas y progresistas y no debemos desesperarnos: nuestros hijos harán lo que nuestra generación ya no le quedó tiempo de hacer o no lo pudo hacer. Lo cual no significa dejar de luchar. Yo lo hago desde este frente ideológico, con sinceridad y honestidad   -pues escribir fue lo único que medio aprendí en la vida-  aunque con indudables equivocaciones. Saludos, lectores de La Cuna del Sol, donde más de 2,000 visitas nos indican, que algo quizá estamos haciendo un poco bien. En un esfuerzo que nadie nos paga, antes bien, el editor se ve afectado en su modesta economía. Pero allí anda, con otro loco que trabaja sin paga. Y por eso me caen mal los izquierdistas (no los demócratas revolucionarios); porque no comen, ni dejan comer. Porque quieren que solo sus chicharrones truenen, porque andan viendo muertos acarreando basura, zopilotes marcando el paso, muertos acarreando basura y hombres desnudos con las manos entre la bolsa. Contradecimos, pues, a un loco legendario, don Quijote de la Mancha, que aconsejaba a Sancho Panza: “Trabajo que no te dé para una haba; déjalo”.









Publicado por: Marvin Najarro
Ct., USA.

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